lunes, 19 de mayo de 2014

MEDICINA DECORATIVA


      Rúculo es un señor que ya no sabe dormir. Cuando era joven tenía por costumbre acostarse temprano y levantarse ocho horas después, fresco como un cacahuete de esos que están tan frescos como una lechuga, pero desde hace algunos días ha olvidado cómo hacerlo. Prueba a contar ovejas –imposible– trata de aburrirse con sus tomos de ontología comparada –tampoco– y ya no se le ocurre nada que pueda anular su cansina vigilia.
     Cuando acude a su médico de cabecera, Rúculo despierta el interés de todos los especialistas de la planta. Eso va a ser de la piel, opina el dermatólogo; qué va, no tiene usted ni puñetera idea: es por culpa de alguna anomalía respiratoria, contradice el neumólogo Evans, que está becado por la Universidad de Berkeley, California. Amenazantes cardiólogos aguardan su turno en el pasillo. Justo antes de que un traumatólogo llamado Nicasio entre en escena, Rúculo huye del hospital y se esconde en una tienda de decoración llamada “Mister Home”, bastante hortera.
     Esa noche Rúculo consigue conciliar el sueño y duerme sus ocho horas de rigor, como cuando era joven. Al día siguiente admite que se equivocaba, que la medicina es una profesión muy respetable y que esa gente –hay que reconocerlo– sabe hacer muy bien su trabajo. Después termina de colocar unas cortinas horribles que compró ayer en Mister Home sólo porque un dependiente gordo le miraba mal.